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Antiguo y Nuevo Poeta

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     He conocido los círculos del Dante. He conocido los fuegos que abrazan y ahogan a las esperanzas y torturan a las pasiones. He sabido lo que es morir en las profundidades. He sido el ángel negro que no supo detener su abrupta y previsible caída. He visto marchar de mi lado las simientes germinadas con el humus de mis desechos. He tenido en mis manos el papiro hereje que nos condenó.      He muerto, he descendido a los infiernos y he resusitado.      No soy aquél que murió en el árbol santo. Soy una simple y borrosa imagen de áquel que apenas se reconoce. Soy el agua convertida, el maná que te alimenta por designio de Él. Mi nombre no significa nada y sin embargo lo soy todo. Soy mis propios pasos cuando te he llevado a cuestas. Soy tus propios pasos cuando me has llevado a cuestas. Soy la mar que te sostiene. Soy la red que te contiene.      La roca se encuentra dentro de mí y no en la fachada de la catedral de oro. Así se me ha manifestado la Palabra. El poeta no e

Aniversario

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“Que otros acudan a la astrología Judiciaria, al compás y al astrolabio, Para saber qué son. Yo soy los astros.” “Tamerlán” – J.L.Borges No es que en diez años nos hemos desencontrado para luego volver a disfrutar los reencuentros. Somos, el desencuentro mismo y el reencuentro. No nos disolvemos en la contradicción de ser distintos somos felizmente la contradicción y la vivimos. El amor no nos une ni nos separa no nos ata ni nos desata somos el amor.   No nos debe preocupar el destino que nos espera, el futuro que se escribe más allá. Somos el presente, el lugar que elegimos, no nos espera nada ni nadie, no tenemos futuro, no nos obsesiona tenerlo. Venimos de ser diez años   lo que somos hoy. Festejamos lo que somos. Nosotros.

Cascada de Tres Tombos

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Las emociones del Poeta Peregrino en cascada. Con el vértigo de aquello que corre, que cae, que sigue un destino sin saber cual es. Desde algún punto remoto, en la cima ignota de una isla en las costas de algún océano, nace el curso que va hacia algún lugar. Como las emociones del Poeta, el agua no entiende su recorrido, ni su nacimiento ni su sino final, si es que los tiene. Sobre las rocas desgastadas por incontables siglos, desdibujadas de tantas emociones que se dejaron arrastrar por sus espaldas. Enmarcadas con tanta espesura verde a modo de esperanzas. ¿Será posible adivinar en algún momento los significados? El Poeta se recuesta sobre la caída de aguas heladas y fuertes, cierra los ojos sintiendo los golpes sobre su cabeza y queda suspendido en la conciencia de la nada, en la inmensidad del infinito que viene tras de sí y que lo aguarda.

Laguna Azul

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Y conocí un paraíso en la tierra. Y digo "uno" porque ya he conocido otro en esta y otras vidas. Entre ellos tu entrega. La felicidad de lo virginal, del asombro y de lo que nunca se creyó visible para nuestros ojos. Momentos que perdurarán siempre que la nostalgia amenace el limbo del poeta peregrino. Una laguna azul y las olas de los acantilados. La Madre obsequiando sus mejores atributos sin tener en cuenta si somos merecedores o no.

Semillas, somos nada más que semillas

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Pareciera que la calma a la vera de nuestras venas viene a confirmar lo que en todo momento presintieron nuestras vértebras. Erguidos y tensos, como a la espera de un final abrupto e ineludible, los silencios que brotaban por los arroyos de nuestros cuerpos desbordaban los cuencos. Nuestra existencia era efímera en sí misma y sobre todo para el entorno que nunca nos percibió, ni siquiera como una tenue amenaza. Eramos rescoldos exiguos de una tradición de la que nadie se acordaba. Y a pesar de todo estábamos ahí. Centinelas de nosotros mismos, prefectos de un territorio vasto e inexplorado que nos correspondía por derecho propio. Lo intuíamos, lo saboreabamos, lo palpabamos, lo aspirábamos mientras el fuego que nos consumía era viento que jugaba con las velas a la deriva. Las cenizas que esparcimos se evaporaron en el cosmos que nos engendraba. El cauce de aquél que nos dio la vida en otros tiempos fue urna funeraria ancestral de nuestra semilla.

Sentimientos

     La densidad de las palabras se diluye entre la tenue llovizna. Quién fui o quién seré es un dilema exiguo frente a la posibilidad de perder la dura fragilidad del presente. No importan a mi alma las banalidades que se descuelgan en el aire repetido ni los azotes que retumban en las pieles del peregrino. El amor como tal es una certeza sin futuro. Es una excusa pobre, un pasaje a ningún destino. Sin embargo el poeta que me habita no discute su discurrir. Solo fluye en él, se abandona, deja que sus fibras jueguen sin sentido o en ninguna dirección. Es la única manera en que el poeta concibe su existencia más allá de los pobres significados que disfrazan las palabras.      Comprender es un ejercicio vano que nos aleja infinitamente de todo lo que nos mantiene vivos. Aquello que nos permite movernos en lo sublime de nuestras experiencias no es plausible de racionalización. La poesía que emerge de las profundidades del poeta son apenas intentos embebidos de la fuerza que lo impulsa y

Desamparos

La tristeza que hoy invade al poeta lo excede en los límites de su piel. No le alcanzan los silencios y las lágrimas para comprender lo que no tiene explicación. "Y en este desencuentro con la fe...", todo es siniestro en el transcurrir de los días cuando dos seres humanos enlazados por la sangre, por la vida, por el afecto, aciertan a desgajarse, a ultrajarse en la savia única que nos mantiene vivos. Dar la espalda y dejar en el desamparo a nuestros retoños, a los que trascienden nuestra fronda, a nuestras raíces. Es haber sembrado en vano en la tierra de los siglos. No haber aprendido nada. Ser ignorantes, supinos de toda ignorancia. Y sin embargo así seguimos, silenciados en la palabra del otro. Incapaces de amar más allá de nuestro dolor. Miles de voces en la penumbra de los tiempos, en los resquicios del planeta, millones de lágrimas caen secas al mar. Desencuentros tan fugaces pergeñan las miradas, solapan los disturbios, acobardan los enojos. Señeros

Musas

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El paisaje nunca puede llegar a ser monótono, ni entretenido... el paisaje es. La velocidad con que el colectivo atraviesa los campos no alcanza a vislumbrar los mensajes que se diluyen en la tarde. ¿Quién puede cerrar los ojos frente a tanta esperanza? ¿Cómo negarse a dejar llevar la mano cuando le dictan las musas de antaño? No siempre lo que se dice es lo que se quiere decir, como tampoco lo que se calla es lo que queremos dejarnos para nosotros. Entonces viene un rayito de sol a recordarnos los aromas extrañados, inextinguibles, que resguardan las brisas de tantos viajes en anaqueles añosos, como letanías de un licor en barrica, a la espera. "Por el resquicio de tu piel la luz de un sol de media tarde se entrevera en nuestros silencios de humedades. Los besos de hasta pronto nos envuelven en caricias tibias de mate. Y aquello tan sublime que el viento de nuestras fibras no se atreve a nombrar, nos delata. Somos dos en una tarde y la noche nos lleva sin prisa. A un cielo, a un

NUEVAS GEOGRAFÍAS

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El pulso del poeta va volviendo a serenarse en las aguas tranquilas de la determinación. Bajo las nubes que adelantan las lloviznas de las tristezas, un rayo de luz emerge tímido en el horizonte más inimaginado de la palabra. Los pasos acompañan la respiración calma, mientras la mirada aún taciturna vislumbra el amanecer de un nuevo ciclo de la vida. En el pecho aún retumban los tambores de aquél que sin querer festejó la luna nueva a orillas del río peregrino. El fuego no se ha extinguido y el rescoldo mantiene vivas las imágenes de una caricia. Es temprano aún para que pongamos nombre a nuestras nuevas geografías. Y eso no impide que continuemos explorando nuestros viejos y nuevos mapas en busca de aquello que sin querer... sin querer... sin querer, nos dibujó.