Antiguo y Nuevo Poeta

     He conocido los círculos del Dante. He conocido los fuegos que abrazan y ahogan a las esperanzas y torturan a las pasiones. He sabido lo que es morir en las profundidades. He sido el ángel negro que no supo detener su abrupta y previsible caída. He visto marchar de mi lado las simientes germinadas con el humus de mis desechos. He tenido en mis manos el papiro hereje que nos condenó.

     He muerto, he descendido a los infiernos y he resusitado.

     No soy aquél que murió en el árbol santo. Soy una simple y borrosa imagen de áquel que apenas se reconoce. Soy el agua convertida, el maná que te alimenta por designio de Él. Mi nombre no significa nada y sin embargo lo soy todo. Soy mis propios pasos cuando te he llevado a cuestas. Soy tus propios pasos cuando me has llevado a cuestas. Soy la mar que te sostiene. Soy la red que te contiene.

     La roca se encuentra dentro de mí y no en la fachada de la catedral de oro. Así se me ha manifestado la Palabra. El poeta no es más que un pobre transmisor.

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