Reflexiones sobre estos tiempos de discordia, de un Ser Humano, Gay y Cristiano (*)
Este fin de semana ha sido
emblemático para aquellos que luchan contra la inclusión de derechos en la vida
de millones de seres humanos, sobre todo en nuestra amada Latinoamérica. Desde
el triunfo de Jair Bolsonaro en el hermano país de Brasil, hasta la marcha se
#Conmishijosnotemetas que se replicó en muchos países del continente.
Y no es casual que Bolsonaro haya
ganado en Brasil acompañado de una de las iglesias Evangélicas más influyentes
en esas tierras, y que las marchas hayan sido apoyadas por las grandes iglesias
que están detrás de estos movimientos.
Me preocupa como ser humano, como
gay, como hermano, como tío, como amigo, la intolerancia que se está fogoneando
desde estos sectores amparados en las enseñanzas de Jesús Nuestro Señor.
Soy Católico Apostólico Romano
desde que me bautizaron siendo un bebé. Y no reniego de ello porque creo en las
enseñanzas del Maestro. Por eso lo que digo, lo digo como ser humano, como gay
y cristiano que vive su vida tratando de ser fiel a Él, aunque de grande aprendí
también que las enseñanzas pueden venir por distintos caminos y con diversos
nombres, todos igual de importantes y válidos.
“Antes de Su arresto, juicio y
crucifixión, el Señor Jesús pasó una última noche con Sus discípulos. Usó ese
tiempo para consolarles e instruirles. Dio también a Sus discípulos este
mandamiento: “Amaos los unos a los otros”. El Señor Jesús dijo: “Un
mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que
también os améis unos a otros"” (Juan 13:34).
Amor. Creo que ahí está la clave
que nos está faltando como seres humanos para entablar relaciones de tolerancia
entre nosotros, más allá de que no lleguemos a entendernos. Si yo amo a mi prójimo,
aunque no esté de acuerdo con él, aunque no lo entienda, pero lo amo como Jesús
me amó, incondicionalmente, entonces no hay posibilidad de que nos hagamos
daño. El Amor incondicional del que Jesús nos habla en el Evangelio es un Amor
que no juzga, que no lastima, que busca acercarse a todos más allá de todas las
diferencias.
Sería muy provechoso para todos
empezar a pararnos desde el Amor que Jesús nos enseñó cuando hablamos de y con
los otros. Y no tomar la palabra escrita en la Biblia de una forma rígida utilizada
solamente para justificar el odio, el resentimiento o el miedo, sin entender
que son textos escritos en contextos históricos y sociales totalmente distintos
a los que nos toca vivir hoy.
Y acá voy a traer las palabras de
una escritora cubana, María López Vigil, que habla desde el amor sobre este
tema y dice: “Quienes piensan que todo lo que dicen esos antiguos textos de la
Biblia es mandato de Dios, y por eso hay que rechazar la homosexualidad y a los
homosexuales, deberían, por ejemplo, prohibir la entrada a la iglesia y al
culto a las mujeres cuando tienen su menstruación, porque eso también está
ordenado en el Levítico. ¿Por qué no lo hacemos, aunque está escrito en la
Biblia? Porque sabemos que esa norma es atrasada, antigua, expresión de una
cultura superada que violenta la privacidad de las mujeres y contraría sus
derechos humanos.
Si pecar es hacer conscientemente
un daño a los demás y hacernos daño a nosotros mismos, podemos afirmar que la
homosexualidad no es pecado, porque vivida con amor no hace daño a nadie. El
pecado es la homofobia. Porque discriminar, rechazar, despreciar, menospreciar,
odiar… hasta llegar a matar es hacer daño, y mucho daño. Discriminar a otro ser
humano, creado por Dios y amado por Dios, por ser como es, por sentir lo que
siente, es pecado.”
Amor. Vivir con amor. Amarnos los
unos a los otros. Palabras que si no las ponemos en práctica en la vida
cotidiana sólo son intenciones. Y las intenciones a veces lastiman. Y no sólo
lastiman a los demás, también nos lastiman a nosotros mismos. Cuando actuamos
(acción o palabra) desde otro lugar que no sea el Amor, nos estamos lastimando en
lo más profundo de nuestro corazón, estamos traicionando la mayor de las
enseñanzas y la promesa de salvación.
Por eso, a partir de hoy voy a
dedicar parte de mi tiempo a escribir sobre el amor en estos tiempos en los que
el odio parece estar ganando terreno. Y me comprometo a fomentar el diálogo
desde el amor en todos los ámbitos en los que me desenvuelva. Cada uno de
nosotros tiene que ser responsable de su parte y aportar desde donde puede. En
mi caso siempre me apoyé en la palabra escrita, y en estos tiempos estoy
estudiando para hacerlo desde el lenguaje de una forma más integral, desde el
coaching ontológico. Y desde allí voy a plantear mi pequeño aporte.
Que el amor guíe nuestras acciones,
palabras y silencios siempre, en todo momento. Así seremos artífices de un
mundo mejor para todos y para todas.
(*) Firma: Pablo Javier Canavelli (alter ego del Poeta Peregrino)
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