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Mostrando entradas de septiembre, 2009

De tangos y nostalgias

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Hoy todo el día estuve escuchando tangos. Clásicos, no muy clásicos y electrotango. Nostalgias. Ayer... y después. Todo el día mirando para atrás. Escuchando letras de personajes que sufren, que lloran pero que no quieren llorar. Engayolados que sufren por su mina. El garufa que pasea por el Parque Japonés. O aquél que recuerda a los de la barra que ya no están. Pasado, todo tiempo pasado fue mejor. Por eso es que nos pasamos la vida mirando para atrás y no prestamos atención al hoy. Nos perdemos los mejores detalles del ahora sufriendo por aquello que no fue como queríamos que fuera. Y entonces nos embarga la angustia, la tristeza, la melancolía. Y quedamos con toda esa sensación en el pecho que provoca que nos sentemos frente al teclado y comencemos a escribir y escribir y escribir y... Y que pasaría si dejáramos de mirar para atrás? Estaríamos mirando o tratando de adivinar lo que viene más adelante. El bendito futuro que seguro que deseamos que nos salve. Y con él toda la carga de

Laberintos y espejos

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Miro la imagen en el espejo, converso con ella, recibo sus respùestas, sonrío, lloro, me emociono. Es el otro, el que veo del otro lado, el que sin dudas me trasmite las sensaciones que recorren las moléculas dormidas de mi apagado cuerpo. Las lágrimas se acercan y recorren las mejillas del poeta, y el poeta se intenta acercar al otro. Entonces se esfuma la imagen... se desvanece como si fuera que una ola salina arrastrara los dibujos realizados en la orilla del mar. Y vuelve la desolación, la angustia, la desazón de saberme solo nuevamente. Pero el milagro está por ocurrir. Doy vuelta mi humanidad y descubro una nueva imagen que me devuelve un nuevo espejo. Me mira sonriente, como invitando a un nuevo goce. Lo miro a los ojos, esa única mirada que no es capaz de engañar. Y en esa zambullida en el alma del otro vuelvo a sentir que la plenitud me completa, me sumerge en la felicidad, nuevamente, una vez más. Las lágrimas se acercan y recorren las mejillas del poeta, y el poeta se inte

No se puede no ser... aunque quisiera más de una vez

Al Anónimo que comentó la entrada anterior me gustaría responderle, y ojalá que lo lea para seguir charlando. No creo que un poeta (porque evidentemente sos un poeta) pueda no ser alguna vez, más allá del deseo de no ser. El hecho de prefigurarse en la palabra, plantarse a través de ella, demuestra mejor que nada que el poeta es más allá del deseo. Es como pretender no comunicarnos cuando aún en los silencios estamos diciendo aquello que no queremos decir. De ahí a que el poeta desee y logre a veces, la mayoría de las veces, pasar inadvertido, es otra cosa. Y cuando ese sentimiento de no querer estar, de no querer ser el que soy porque duele hasta lo más profundo de las fibras, entonces, el poeta acude al verso para esconderse en él y utilizarlo de escudo para sentirse menos lastimado. No siempre el artilugio da resultados, pero la mayoría de las veces, sí. Entonces habremos escapado de la locura, un poco del dolor, un poco de nosotros mismos, y con suerte habremos hecho algún aporte p