Noches de insomnio
Son las cinco de la mañana y hace más de dos horas que me encuentro despierto frente a esta pantalla, despues de cansarme de dar vueltas en la cama y no poder pegar un ojo. He recorrido los lugares más lúgubres de mis recuerdos, las sensasiones más lejanas en mi piel y en mis retinas he visto los paisajes más entrañables, he sentido los olores que creía olvidados, y en mi boca el sabor amargo asfixia al alma del poeta que se empeña en quedar encerrado. ¿Quién no ha tenido una noche de éstas? Que tire la primera piedra aquél que se encuentre libre de todo pecado... Las sombras de la habitación se empeñan en demostrarme la soledad en la que me encuentro sumido, en exigirme cuentas acerca de mis sentimientos, de mis desazones, de mis angustias. La cortina se mueve al ritmo del viento del ventilador y parece que baila la danza de embrujo de un ritual que está destinado a mantenerme despierto o a hacer de mí una piltrafa mañana cuando tenga que salir a trabajar. No importa. No pienso darles...